Nuestro segundo día comenzó con una caminata desde el hotel Meliá Lebreros hasta La Iglesia del Salvador, donde tomaríamos un chocolate con churros para cargar pilas para el Free Tour de Sandemans que habíamos cogido para conocer un poco más la ciudad de Sevilla.
Si habéis leído alguno de los Photo Diaries que he publicado -aquí podéis encontrar los de París, Madrid, Florencia y Milán- sabréis que los Free Tours me parecen la forma perfecta de conocer una ciudad, su historia y sus costumbres. Y, aunque esto no es una colaboración, debo deciros que tanto Edgar como yo sentimos debilidad por los tours de la empresa Sandemans.
Un tour depende muchísimo del guía, sus ganas, su formación y lo que disfrute de su trabajo. Eso puede marcar la diferencia entre que una ciudad pase sin pena ni gloria o que te apasione conocer cada detalle de su historia.
Durante las dos horas y media que duró el tour visitamos los restos del antiguo templo romano, el busto del rey Pedro I de Castilla “el cruel”, la Iglesia del Salvador, el Ayuntamiento, el barrio de Santa Cruz, el patio de Banderas, la Plaza del Triunfo, la Real Fábrica de Tabacos, el callejón del Agua… y por supuesto la catedral de Sevilla con La Giralda su torre campanario.
Aunque en la información del Tour indicaban que también pasaríamos por la conocidísima Plaza de España, la realidad es que las 2 horas y media se nos pasaron volando por lo que tuvimos que terminarlo en los jardines del parque de Maria Luisa ya que sino ¡nos quedabamos sin comer!
Para comer queríamos probar las tapas de la zona, así que elegimos El Baratillo. Uno de los lugares que más me recomendásteis por Instagram Stories cuando pedí sitios para comer y… OMG. Después de haberlo probado entiendo vuestra insistencia. Cuando pasas por delante no llama especialmente la atención, pero cuando pruebas sus tapas… cada una estaba más rica que la anterior.
Pedimos una tapa de patatas con alioli, otra de jamón serrano, unas lagrimitas de pollo, un flamenquin, unos rollitos de bacon rellenos de lagostinos sobre salmorejo y para terminar tarta de oreo. ¡Estaba todo increíble!
Y, aunque nos hubiera encantado echarnos una siesta, preferimos aprovechar el buen día que hacía y tomarnos una copa al sol en la terraza superior del Hotel EME con unas maravillosas vistas a La Giralda.
Allí disfrutamos del sol sevillano mientras reservabamos las entradas para ver un espectáculo de Flamenco. Si, habéis leído bien. Yo, la que os decía en el post de 50 cosas sobre mí que no me gustaba la música aflamencada, yendo a ver un espectáculo de flamenco.
Fue un plan completamente improvisado. Por la mañana, nuestra guía del Tour nos había comentado que si era nuestra primera visita a Sevilla no podíamos irnos sin ver un buen espectáculo de flamenco. Un buen espectáculo. De hecho, nos sugirió que, por favor, huyésemos de los bares de flamenco para guiris que hacían tanto daño a ese arte. Nos recomendó visitar la Flamenquería, una escuela de flamenco situada en el barrio de Triana cuyos profesores hacen pases todas las noches, así que … decidimos darle una oportunidad y, aunque suene increíble ¡me gustó bastante!
Ahora ya sí, después de una rápida visita al Barrio de Triana y de recorrernos durante más de 12 horas la ciudad de Sevilla pusimos rumbo al hotel para descansar hasta la mañana siguiente.
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Vanessa.
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¿Habéis visto algún espectáculo de Flamenco?
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